viernes, 20 de noviembre de 2009

Violencia urbana ¿es el servicio militar una solución?


Semanas atrás la violencia de las barras y las pandillas ha tomado una mayor presencia en los medios de comunicación, tanto como en la opinión pública. La absurda muerte de Paola nos ha despertado a la realidad, no a la de la violencia, pues de ella todos somos conscientes a cada instante y los medios nos lo refriegan en el rostro cada mañana, sino, la realidad por la cual en el Perú estamos acostumbrados a que algo tan grave y absurdo haya de suceder para que recién nos pongamos alerta y protestemos contra la injusticia y la parsimonia de nuestros legisladores y gobernantes.


El peligro, sin embargo, no radica en este soñoliento despertar, creo más bien que la verdadera amenaza se halla en las despotricadas propuestas de solución con la que nuestros alcaldes, ministros y congresistas, pretenden aplacar nuestra indignación, y peor aún, creo yo, el tan inmediato e irreflexivo apoyo que algunos ciudadanos solemos brindar no hace otra cosa que empoderar a aquellos.


¿Es en verdad el servicio militar obligatorio una solución? No me sorprendió la petición de nuestros alcaldes; frenar la violencia en nuestra ciudad no es una tarea fácil teniendo en cuenta las diferentes causas que la originan. La violencia social es un fenómeno complejo que involucra tanto a la familia, a la escuela como al Estado, pero plantear la solución más fácil no es una alternativa viable, o acaso es el servicio militar una suerte de correccional.


Analicemos mejor el asunto.

Las barras bravas no han sido en las últimas semanas los únicos portadores de la violencia urbana, recordemos sino la sorprendente balacera ocurrida en Jesús María o el asalto a la agencia BCP en la Marina a plena luz del día. ¿Quiénes llevan a cabo estos atracos? Quienes hayan sido han demostrado un eficiente conocimiento en el uso de armas automáticas y en la planificación de acciones de asalto. Y ¿Dónde aprendieron todo ello?

Sonará suspicaz, pero creo que el servicio militar se ha convertido en un centro de entrenamiento para los futuros asaltantes; ese no es su fin, es cierto, pero luego del servicio ofrecido, qué les queda a cada uno de los cabitos y soldados o sargentos dados de baja; la falta de trabajo y el creciente desempleo son una realidad evidente y el patriotismo no alimenta, así nos damos cuenta que de pan sí vive el hombre y ante la falta de éste muchos optan por el camino fácil y aquellos que han servido a nuestro ejército, voluntariamente o no, se encuentran mejor capacitados para emprender, sin miramientos, atracos e incursiones que elevan cada día nuestra sensación de inseguridad.


Entonces, me pregunto, ¿Cuánto bien les haremos a estos jóvenes y a nuestra sociedad, el reinstaurar el servicio militar obligatorio? Al final, como en las cárceles, en vez que vallan a reformarse, los individuos se gradúan más diestros aun de cómo ingresaron.


Mientras no se solucione la falta de una educación de calidad, educación para la vida, y el desempleo, mientras no se vinculen escuela y trabajo, mientras la familia y los jóvenes no sean una prioridad para las políticas de Estado, seguiremos atestiguando más muertes absurdas, más chicos maltratados, más madres adolescentes, más violencia y más inseguridad cada día.


Ahora bien, ¿Bastará con la instrucción premilitar en las escuelas para aprender de responsabilidad y patriotismo? Ese es también un tema largo para pensar.

1 comentario:

  1. Referente a la propuesta de reactivar el servico militar obligatorio en nuestro país,como medio para solucionar la violencia juvenil que ocaciona una inestabilidad o comulción en nuestra sociedad. A mi opinón, no seria prudente dicha propuesta, porque alteraría más la problemática, debido a la inadecuada forma de tratar a los jóvenes que ingrasa a este servicio. Yo tengo entendido por fuentes confiables, que el trato a los jóvenes es inhumano y humillante.

    ResponderEliminar